La primera calada te entra hasta dentro y la disfrutas como nada. Buen sabor, te sientes bien, porque no sabes lo que va a venir después. La segunda la inspiras de tal manera que sientes como se mete en tu cuerpo y empiezas a volar. Cuando le das la tercera calada empiezas a notar como se consume, y que cada vez falta menos para que se acabe. Cada vez se consume más, hasta que ves que poco a poco estás llegando a la cartaja, pero sigues dándole. Es entonces cuando empiezas a pensar en cómo empezó todo. En cómo aprendiste a hacerlo, en lo rico que te había sabido la primera calada... Hasta que empieza a rascar y vuelves al presente. Hasta que te deja un sabor amargo, hasta que empieza a quemar, y antes de tirarlo al suelo y pisarlo, ya quieres volver a liarte otro para volver a empezar.
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