.

.

07 octubre, 2015

Perdida

Hace mucho que no escribo lo que siento. Que no saco de mí lo que guardo dentro, y no me gusta. No me gusta porque es como un saco que se va llenando y cada vez pesa más y más. Pero es que cada vez me cuesta más dejar que salga, sentir que fluye; porque no fluye nada. Estoy estancada, emocionalmente despreocupada, o preocupadamente preocupada. No lo sé. Tengo un completo descoloque de mis emociones. No sé si estoy feliz cuando me río, no sé si ya no lloro porque lloré demasiado o porque no estoy triste; solo rara. Rara y diferente. Ajena al mundo, a todo. A las buenas y las malas cosas. ¿Qué me pasa? ¿Quién soy y qué he hecho conmigo?
No me encuentro, me he perdido y no sé dónde buscarme.

30 septiembre, 2015

30 de septiembre

Hace poco más de un año a penas sabía quien eras. Hoy haces dieciocho y me duele no poder celebrarlos contigo.
Cuando conoces a una persona que sin a penas esfuerzo te lo da todo, que sin a penas saber de ti conoce tus reacciones, que sin preguntarte qué ha pasado sabe si estás triste o feliz, es entonces cuando vuelves a confiar en que sigue habiendo gente que merece la pena. Es entonces cuando te das cuenta de que de casualidades se pueden conseguir grandes cosas; a ti.
Sí, mi querido E. ... Eres una de esas personas que no cambiaría por nadie, que no quisiera perder por nada. Eres una de esas personas que no quedan, una de esas personas que se convierten en parte de la esencia de uno mismo. Eres una de esas personas que un día aparecen en tu vida y deseas que no se vayan nunca. Eres... ¿cómo decirlo? ¿Necesario? Todo el mundo debería de tener un E. en su vida. Eres todas esas cosas que uno necesita cuando está bien, cuando está mal; cuando no está. Eres risas cuando hay que reír, eres consuelo cuando hay que llorar, eres sonrisas cuando hay que parar. Eres color cuando el día está gris, eres (un) Sol cuando no para de llover, y aquí no hay otra cosa más que lluvia.
En fin, eres alguien tan especial, que ni una canción tan preciosa como la que suena, ni unas palabras como las que estoy escribiendo como regalo de cumpleaños y cumplidora de mi promesa pueden hacerte justicia.
Si es verdad eso que dicen de que 'de tal palo, tal astilla' tengo que agradecer a tus padres ser como son; y que te matricularan en Zubiri. A ti también tengo que agradecerte tantas cosas que no sé ni cómo empezar, y tres minutos no dan para mucho. Así que, mi amor, solo puedo decirte que espero que cumplas muchos años más, muy cerquita de mí, y que disfrutes de tu día, de tus dieciocho, y de toda la gente que tienes a tu al rededor. De toda la gente que te quiere porque es inevitable no hacerlo; porque tú eres inevitable.
Te quiero mucho.

19 mayo, 2015

Es cuestión de tiempo

Probablemente no te merezcas que te escriba esto, pero qué le voy a hacer. No pienso decirte cómo me siento después de haberme apartado de ti con la excusa más barata que existe, así que solo me queda escribir. Escribir y desahogarme de esta cuerda que me has puesto al cuello y que tanto me aprieta. ¿De verdad no fui capaz de hacerte sentir nada? Perdóname, pero no me lo creo. No me trago una palabra de todas las que escupiste. Así que perdóname, pero es que no me creo que en dos semanas hayas pasado de todo a nada.
No me taches de creída, porque yo puedo tacharte de mentiroso; y no me apetece jugar a los chantajes, así que dime cuál es la verdad. Dime cuál de las dos partes es mentira. ¿La del principio? Cuando me decías que no habías estado tan a gusto nunca con nadie, cuando me susurrabas al oído 'te quiero' una y otra vez. Cuando me llamabas mi niña, cuando me abrazabas y me decías 'es que no te soltaba nunca...'. Cuando me guiñabas el ojo cuando me quedaba mirándote fijamente. Cuando sonreías por escribirte lo que te escribía y me decías que nunca dejara de hacerlo. Cuando me mordías la nariz, o me besabas la frente; todas esas caricias.
¿Era mentira?
¿O quizá fue mentira el final? Cuando me dijiste que no sentías nada, y que tampoco lo ibas a sentir en un futuro. Cuando me dijiste que no querías hacerme daño, o que no querías acabar mal y pasáramos a volver la cara al cruzarnos. Cuando me dijiste que no estabas enamorado.
¿Enamorado?
Esa es una palabra muy grande que abarca sensaciones y sentimientos que no te has dado tiempo a sentir. Enamorado es una palabra tan grande, que ni te cabía en la boca cuando la dijiste. No puedes enamorarte de alguien en dos meses; déjame decirte que enamorarse es mirar los ojos de la otra persona y ver tu vida en ella. Enamorarse es sentir una fuerza inhumana que te acerca y te une a esa persona, y aun queriendo evitarla, no poder. Enamorarse es quedarte sin aire por un simple roce. Enamorarse es un tambaleo de piernas constante cuando estás a dos milímetros de un beso. Enamorarse es respirar el mismo aire y soltarlo en suspiros de felicidad. Enamorarse es esa sensación de indiferencia de susurrar o gritar al resto del mundo lo que sientes. Enamorarse es acariciar el alma en la piel, leer en braille por las cicatrices las heridas que puedes hacer desaparecer. Enamorarse es escuchar la misma canción una y otra vez. Enamorarse es tener el estómago encogido más y más cada vez que se acerca. No poder tragar saliva por el puto nudo que tienes en la garganta. Sentir que tus pulmones son demasiado pequeños para todo el aire que necesitas coger cuando ves que se dirige hacia ti. Mirar sus ojos y subir al cielo. Respirar lo más profundamente posible para que su aroma se quede impregnado dentro de ti.
Estar enamorado es más fácil de lo que crees si te dejas llevar, pero no supiste hacerlo, y fue lo único que te pedí.
Créeme que en estas palabras no hay rencor, ni mentiras; solo necesitaba decírtelo sin que lo supieras. Sin que supieras que sé que mentiste, da igual cuándo, si al principio o al final. Pero lo hiciste, y yo lo sé. Y no te culpo. Solo espero que algún día te des tiempo a enamorarte de verdad; te juro que es la sensación más bonita de poder sentir.