.

.

17 noviembre, 2013

Dicen que solo hay que retroceder para coger carrerilla

Un año. ¿Cómo pueden cambiar tanto las cosas en un año? No puedes proponer planes a largo plazo porque no sabes con qué te va a sorprender esa persona que creías considerar amigo.
No sé. Es difícil ver lo que va a venir, no puedes tomar precauciones si eres una persona que te dejas llevar por los sentimientos. Sí, así soy yo. Si me apetece darte un abrazo te lo doy, pero me costará decirte que te quiero. Quizá porque siempre que he querido hacerlo me he llevado una mala respuesta.
Pero al final aprendes. Aunque sea difícil, aprendes a ser cauto con las personas, y aunque a veces te confíes demasiado y te confundas, poco a poco aprendes.
Y a día de hoy, echo la vista atrás y por un lado solo veo desastres y falsos momentos que creí que fueron verdad. Echo la vista atrás y veo terreno pisado, ocupado y completo de experiencias que quizá si no las hubiera vivido ahora no estaría donde estoy. Y aunque no sea en lo más alto, orgullosa me siento del lugar que ocupo, en vuestra vida, y en la mía propia.
Popósitos miles por tener y objetivos por cumplir otros mil. Por eso estoy aquí. Para seguir avanzando. Para que la próxima vez que eche la vista atrás haya más experiencias de las que hubo ayer, más falsedad pisada, dejada atrás. Tengo que seguir avanzando, sin parar. Si me caigo, pues no queda más cojones que levantarse, y si me tropiezo pues, me haré daño, pero aprenderé para la próxima.
Y ahora, desde que has llegado tú y me acompañas en el día a día, fuerzas no me faltan, ganas tampoco. Que contigo todo es tan fácil que la única carrerilla que tengo que coger es la que utilice para subirme a tu espalda. Porque ya no temo. Porque gracias a ti ya no temo a nada. A nada más que a que te marches.