.

.

06 junio, 2017

Dónde quedará

Dónde quedará todo lo que me prometía cada mañana al poner un pie en el suelo. Dónde quedará todo lo que me proponía cada vez que miraba al cielo y me imaginaba el infinito. Dónde quedará mi voluntad por querer cambiar lo malo. Dónde quedará la fuerza imaginaria que me ayudaba a seguir pisando fuerte. Dónde quedará o dónde queda, si es que queda...
Todo se desvanece. Mis promesas, mis propósitos, mi voluntad, mi fuerza... Todo. Todo se ha roto en mil pedazos, en millones de pedazos. En pedazos tan pequeñitos que ni siquiera soy capaz de visualizar. Se acabó. No sé hacerlo, no sé cómo. No sé cómo tirar, no sé cómo subirte, no sé como hacer que te quedes conmigo, no sé cómo no estropearlo de mil maneras diferentes. No sé cómo mirarte y no perderme, no sé cómo abrazarte y no romperme, no sé cómo agarrarte para que no te caigas. No sé, no tengo ni idea. Ni si quiera sé por qué estoy escribiendo esto. Ni siquiera sé si soy capaz de asumir lo que digo, ni siquiera sé si vale la pena intentarlo. No sé ni si quiero rendirme... Por ti lo daría todo, de hecho, ya está, no puedo darte más, no sé darte más, no sé cómo. Es mi desesperación la que habla por mi, el desgarro de mi alma por ver a tu tristeza manifestarse. Es lo peor que me podía pasar, escuchar de tus labios un "me quiero morir" porque llámame egoísta, ni siquiera yo te resulto una razón suficiente para seguir viviendo. No sé cómo interiorizarlo, ni siquiera sé si quiero. No sé nada, nada de todo lo que pensaba que sabía. Estoy perdida, destrozada, huérfana de amor, llámame cursi, pero ahora mismo no me quiero, ni sé si me quieres. No sé si merezco esto, no sé si podré aceptarlo. No sé si soy valiente, la verdad, creo que no. No sé si valgo para esto, sinceramente, creo que tampoco. No sé si te merezco, ni siquiera sé si me mereces. No sé nada, de verdad, y me duele no saber.
Dónde quedará lo que fuimos, no lo sé, pero hay algo que tengo claro y es, que después de esto, yo jamás voy a ser la misma.

06 abril, 2017

No puedo soportarlo más

Ya no sé qué pensar. Si la vida son retos, obstáculos, experiencias, dolor y sufrimiento o risas, y felicidad. La verdad, no lo sé, esto último creo que se olvidaron de ponerlo en mi camino. No sé si en mi vida anterior fui mala y ahora me está viniendo todo de vuelta. No sé si hay alguien ahí arriba poniendo a prueba mis límites o si se está cachondeando de mí, directamente.
Hoy vuelvo a estar rota, y tampoco sé si me apetece recomponerme. Basta un segundo para que caiga en pedazos todo lo que llevo construyendo durante años. No puedo más, estoy cansada, ya no quiero seguir convenciéndome o engañándome, quizá, de que puedo, de que merece la pena. Porque no. Porque hoy me levanto de mi tropiezo con la misma piedra de siempre y mañana me estampo contra un muro el triple de alto que yo.
No puedo más, no quiero más. No me compensa. Estoy agotada de seguir cargando con piedras pesadas que me están destrozando tanto por fuera como por dentro. Estoy desbordada. No aguanto más esta situación.
No soporto verla tirada todo el día sin una ilusión por la que disfrutar su vida teniendo más motivos que nadie para hacerlo. No soporto tener que luchar contra viento y marea para que haga un amago de sonrisa. No soporto no ser culpable y sentirme como si lo fuera.
No soporto verle el alma inundada en lágrimas a través de su sonrisa forzada. No soporto sentir su vacío cuando lo acojo entre mis brazos. No soporto que él tenga que seguir cargando con más peso a cada día que pasa.
Tampoco soporto llamarle y que no me coja, buscar apoyo y no encontrarlo, necesitar a alguien y que no haya nadie. No lo soporto más. No puedo más.
No soporto no soportarlo.

02 noviembre, 2016

Y preguntas qué pasa

Cuando me miras se para el mundo y solo preguntas qué pasa.
Acaricias mis mejillas y sonríes, y sonrío entonces yo y vuelves a preguntar qué pasa.
Recorres cada parte de mí con tus ojos y clavas la mirada en mis labios; me pides entonces un beso a gritos sin abrir la boca. Sonríes de nuevo, sonrío contigo y por ti. Y te beso y no dejaría nunca de hacerlo.
Te abrazo y me cubres en tus brazos; el lugar más seguro del mundo. Levantas una estampida de elefantes dentro de mí con un simple suspiro, aceleras el ritmo de mi corazón con un roce inconsciente y me haces perder la consciencia.
Me tiemblan las piernas y las manos. Me tiemblan hasta las ganas de decirte todo lo que soy contigo. Cuando intento mantener la cordura me atraganto con mis palabras; qué le voy a hacer si me vuelves loca...
Cada día es un misterio, por más que piense que no puede haber nada mejor consigues que me equivoque, y ojalá viviera equivocada el resto de mi vida.
Eres magia y haces mágico todo lo que tocas. Y magia es ilusión, magia es creer, magia eres tú. Eres magia, eres ilusión y eres mis ganas de creer. De creer en todo en lo que nunca me dieron, de todo en lo que nunca me hicieron creer, de todo en lo que nunca creí... Eres magia porque brillas y me haces brillar. Eres magia porque tu ilusión contagia e ilusiona. Eres magia porque no tiene otro nombre lo que eres, lo que haces. Eres magia porque es inexplicable. Eres magia de verdad porque no hay truco y si lo hay solo lo sabes tú.

Cuando me miras se para el mundo y solo preguntas qué pasa.

Magia.

07 junio, 2016

Mucho más

Hacía tiempo que no escribía. Más bien hacía tiempo que lo que escribía no merecía la pena. Hacía tiempo que no me sentía vacía. Hacía tiempo que no sentía ese revuelo de mariposas. Hacía tiempo que no me tumbaba a pensar. Hacía tiempo que no me paraba a analizar mi vida. Hacía tiempo también que no lo veía necesario. Hacía tiempo que no sentía esa contradicción de querer soledad y temer porque no se vaya. Hacía tiempo que no me dedicaba unos minutos para asimilar diferentes situaciones. Hacía tiempo que no me sentía triste o quizá hacía tiempo que creía no estarlo.
Me acusan de interesada. A mí, que tengo para todos cuando no tengo ni para mí. A mí, que invito a sonreír cuando por dentro me llueve. A mí, que doy a torcer mi brazo hasta cuando está roto. A mí, que excavo pasadizos secretos hacia refugios sin pala. A mí, que me sumerjo hasta el fondo para sacar a flote a quien sea cuando mi alma está llena de plomos. A mí, que deseo el bien hasta a quien me hizo conocer lo fatal. A mí, que vivo por los demás hasta cuando tengo ganas de meterme bajo tierra. A mí, que intento que lo que es negro se vea bonito cuando ando a oscuras. A mí. Que no pido nada más que sinceridad y confianza. A mí... ¿Por qué a mí?
No sé si en mis ojos se ve que no tengo malicia o que soy demasiado ingenua quizá. No sé si la sonrisa que pinto en mi cara es una señal para la gente que disfruta arrancándola para pisotearla después.
Hacía tiempo que dudaba de si me merecía lo que tenía, y creo que hace bastante que merezco mucho más.

19 abril, 2016

Podremos

Me muero de ganas de decirte que lo siento, pero no veo oportuno hablarte del tema sin siquiera conocer parte de la historia. Si algún día me armo de valor y te hago llegar estas palabras, quiero decirte que se sale. No puedo hablarte desde la experiencia de un caso parecido, pero puedo hablarte desde la experiencia de haberlo dado todo por perdido. De una etapa que ojalá no hubiera pasado, pero que gracias a ella hoy soy más fuerte. Cuando eres niño todo se ve de colores. En medida que crecemos esa escala va disminuyendo a tres colores: negro, blanco y si acaso gris. Incluso a veces solo a dos: blanco y negro.
Esa etapa de la que te hablo no tenía opción. Siempre era negro. Aunque hubiese una remota posibilidad de que hubiera una pincelada gris yo era incapaz de verla; siempre era negro.
Sé lo que es no ver salida estando delante de mil puertas. Sé lo que es sentirte solo en medio de un montón de gente. Sé lo que es querer gritar y quedarte sin voz. Sé lo que es cerrar los ojos y tener miedo. Sé lo que es la ausencia de un ser querido, y sé lo que es la ausencia de uno mismo. Sé lo que es dudar si se sale de la tristeza cuando te inunda por dentro. Sé lo que es intentar escapar de tus miedos y que te acaben encontrando. Sé lo que es no dormir por pensar, y por no pensar querer dormir. Sé lo que es sentir dolor. Sé lo que es no reconocer tu propio reflejo y sentir pánico al verlo mirarte sin saber de quién son esos ojos. Sé lo que es luchar con fuerzas y quedarte sin ellas. Sé lo que es la falta. Sé lo que es la decepción. Sé demasiadas cosas que hubiese preferido no saber, y a cambio, me gustaría saber cómo llegar a ti. Y a cambio saber cómo decirte que las cosas van a mejor cuando menos lo esperas. Que puede que el sol no salga hoy, ni mañana, ni pasado, y que por ello aprendas a sonreír a las nubes. Saber cómo decirte que cuando la cosa se pone fea hay que adornarla para que no lo parezca tanto y no nos dé miedo enfrentarnos a ella. Saber cómo decirte que a veces nos cuesta saber qué es lo que necesitamos y en ocasiones viene bien que alguien te guíe. Saber cómo decirte que, indudablemente tienes mi hombro para apoyarte siempre que te sea necesario, mis oídos para escucharte siempre que te apetezca hablar y mis brazos para arroparte cuando no. Saber cómo hacerte ver que quizá tengamos más en común de lo que crees para no conocernos, y que tus experiencias y las mías pueden hacernos fuertes juntos.
Me gustaría ser valiente una vez más, romperme los esquemas a mí misma por una vez sin dejar que nadie más lo haga, y darme el lujo de ir a buscarte a sabiendas que tú eres consciente de que quiero encontrarte y arriesgarlo a todo o a nada. Me gustaría decirte que... por extraño que suene, creo que empiezo a tenerte, sin conocerte, un poquito más cerca de mí, y quiero demostrarte que si pude puedes, y que si no, podremos.