Te escribo esto desde la profundidad de mi cama, tumbada, feliz, satisfecha, enamorada.
Que he dejado que mis preocupaciones, mis miedos, mis inseguridades se pierdan entre las sábanas que nunca me arroparan en las noches frías. Que hay algo en ti que no me deja ver nada de lo que un día me arrepentí. Hay algo en ti que no me deja ver más allá de lo bueno. Que ayer volviste a plantarme la felicidad delante de mis narices, me hiciste volar sin alas, me hiciste sentir tan bien que no parecía real. Me dijiste tantas cosas con tan pocas palabras que nunca imaginé que me fueras a decir. Me sacas de aquí, y me llevas a ese sitio donde se guardan todos esos momentos que un día vivimos. Que puede que no vayamos de la mano por la calle, y que no nos digamos a todas horas que nos queremos, que no nos veamos todos los días y que no dependamos el uno del otro. Que puede que seamos dos mundos diferentes, y que pensemos lo contrario, pero juntos formamos la fórmula sin solución del amor, y ¿sabes? Prefiero no saberla, así tengo una cosa más que descubrir junto a ti para guardarlo en ese lugar donde los sueños no existen, porque todo lo que un día imaginé y tanto deseé sentir, deja de ser una ilusión para ser nuestro presente.