.

.

02 marzo, 2012

Imagina

Un cielo azul. No hay niebla, solo luz, la luz del sol. Que alumbra todas y cada una de las calles que una paloma ve al volar. Alza el vuelo y coge como objetivo la cima de un edificio. Avanza a gran velocidad, está a punto de llegar, pero se le interpone una gaviota por el camino. Se frena, respira hondo, abre sus alas y echa a volar de nuevo. Cada vez está más cerca, a menos de dos manzanas. El edificio, a medida que volaba, aumentaba de tamaño.  
Pero no... Iba tan convencida aquella paloma que se estampó contra su propio objetivo. No lo vio venir, y se estampó contra él. La paloma calló, e intentó levantarse, volver a intentarlo, seguir adelante, volver a abrir sus alas e intentarlo de nuevo, pero no pudo. No fue porque no quiso, ni tampoco porque perdió la esperanza... Lo que pasó fue, que alguien le arranco las alas.