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19 abril, 2016

Podremos

Me muero de ganas de decirte que lo siento, pero no veo oportuno hablarte del tema sin siquiera conocer parte de la historia. Si algún día me armo de valor y te hago llegar estas palabras, quiero decirte que se sale. No puedo hablarte desde la experiencia de un caso parecido, pero puedo hablarte desde la experiencia de haberlo dado todo por perdido. De una etapa que ojalá no hubiera pasado, pero que gracias a ella hoy soy más fuerte. Cuando eres niño todo se ve de colores. En medida que crecemos esa escala va disminuyendo a tres colores: negro, blanco y si acaso gris. Incluso a veces solo a dos: blanco y negro.
Esa etapa de la que te hablo no tenía opción. Siempre era negro. Aunque hubiese una remota posibilidad de que hubiera una pincelada gris yo era incapaz de verla; siempre era negro.
Sé lo que es no ver salida estando delante de mil puertas. Sé lo que es sentirte solo en medio de un montón de gente. Sé lo que es querer gritar y quedarte sin voz. Sé lo que es cerrar los ojos y tener miedo. Sé lo que es la ausencia de un ser querido, y sé lo que es la ausencia de uno mismo. Sé lo que es dudar si se sale de la tristeza cuando te inunda por dentro. Sé lo que es intentar escapar de tus miedos y que te acaben encontrando. Sé lo que es no dormir por pensar, y por no pensar querer dormir. Sé lo que es sentir dolor. Sé lo que es no reconocer tu propio reflejo y sentir pánico al verlo mirarte sin saber de quién son esos ojos. Sé lo que es luchar con fuerzas y quedarte sin ellas. Sé lo que es la falta. Sé lo que es la decepción. Sé demasiadas cosas que hubiese preferido no saber, y a cambio, me gustaría saber cómo llegar a ti. Y a cambio saber cómo decirte que las cosas van a mejor cuando menos lo esperas. Que puede que el sol no salga hoy, ni mañana, ni pasado, y que por ello aprendas a sonreír a las nubes. Saber cómo decirte que cuando la cosa se pone fea hay que adornarla para que no lo parezca tanto y no nos dé miedo enfrentarnos a ella. Saber cómo decirte que a veces nos cuesta saber qué es lo que necesitamos y en ocasiones viene bien que alguien te guíe. Saber cómo decirte que, indudablemente tienes mi hombro para apoyarte siempre que te sea necesario, mis oídos para escucharte siempre que te apetezca hablar y mis brazos para arroparte cuando no. Saber cómo hacerte ver que quizá tengamos más en común de lo que crees para no conocernos, y que tus experiencias y las mías pueden hacernos fuertes juntos.
Me gustaría ser valiente una vez más, romperme los esquemas a mí misma por una vez sin dejar que nadie más lo haga, y darme el lujo de ir a buscarte a sabiendas que tú eres consciente de que quiero encontrarte y arriesgarlo a todo o a nada. Me gustaría decirte que... por extraño que suene, creo que empiezo a tenerte, sin conocerte, un poquito más cerca de mí, y quiero demostrarte que si pude puedes, y que si no, podremos.