.

.

30 noviembre, 2013

Pocas cosas son las que se valoran...

El tiempo pasa, como las personas por tu vida. Pero esque hay algunas que vienen y se van, y otras que vienen y se quedan para siempre.
Lo sé, lo sé. Quién lo diría. Quién nos hubiera imaginado juntos en la misma cama. Quién nos hubiera visualizado en un beso. Ni nosotros mismos nos hubieramos imaginado juntos de la mano por las calles de la ciudad. Enrredándonos bajo tus sábanas, fundiéndonos en uno. Dandonos más prioridad de la que ya poseíamos el uno del otro.
Mío.
Quién se hubiera imaginado que te entregaras a mí. Que te declararan culpable del abuso que haces de mis sonrisas. Ni tú sabías la facilidad que tienes para conseguir hacer que sonría, ni yo sabía que iba a convertirse en algo imprescindible. Como tú.
Me he acostumbrado a ti. A tus sábanas, a tu voz, a tus buenos días, a tus paseos, a tus planes, a tu cama... Puede que pronto, pero te has convertido en el día a día que quiero seguir viviendo, ahora y siempre.
Pronto, sí. Digo pronto, porque es poco lo que he tardado en darme cuenta de que quiero que mi rutina se base en tu sonrisa, y es que no hay nada que valga más que tu sonrisa, pero esque tú, niño... Tú no tienes precio.