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28 diciembre, 2012

Otra noche lejos de ti

Sentada en la silla de mi escritorio gris ceniza te pienso. A ti, a tus manías, a tus sonrisas y a nuestros momentos. Sí, como cada noche, pero esta más que nunca. No me preguntes por qué, quizá sea que cada día me gustas más, que cada día me haces más falta, que cada día es menos el tiempo que puedo pasar sin ti.
Las dos menos cinco de la madrugada y aquí sigo, escuchando canciones como todos pero no de la misma forma. No solo entran en mis oídos y me llenan por dentro, no. Me erizan la piel, cierro los ojos y me dejo llevar. Me dejo llevar hasta ese momento en el que me pierdo en tu sonrisa y me dejo caer al abismo sin pensarlo. Es entonces cuando mi corazón se acelera, mis labios se mueven formando una sonrisa que sé que sientes aunque no estés conmigo. Entonces me muerdo los labios, aprieto los puños, muevo la cabeza de un lado a otro y reviviendo ese momento un escalofrío recorre mi cuerpo y las cosquillas en el estómago se apoderan de mí. Vuelvo a sonreír y bufo. Sí, te necesito aquí. Como cada noche, como cada día. 
Miro mi cama: qué vacía está sin ti... Cierro los ojos y ahí te veo, abrazado a uno de mis peluches, abrazándome y acariciándome la cara. Mirándome a los ojos, y después de un beso en la frente desapareces. Yo vuelvo a cerrar los ojos, vuelvo a desearte con más ganas, vuelvo a morderme los labios y vuelvo a bufar. Abro los ojos y te vuelvo a desear. Y te deseo, y te deseo hasta quedarme dormida de hacerlo con tantas ganas. Y así es, otra noche lejos de ti.

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